17 de OCTUBRE : REVISTA DON FULGENCIO
Hoy recordaremos a la revista Don Fulgencio que vio la luz 17 de octubre de 1945. Su creador Lino Palacio contaba que mientras esperaba ansioso los resultados de su publicación junto a sus colaboradores en su oficina del microcentro, asistieron en directo a la gran movilización popular que fue el nacimiento del peronismo.
La revista tomó el nombre del personaje que había sido creado en abril de 1938 para el diario La Prensa bajo el nombre de Señor Fulgencio (El hombre que no tuvo infancia). A partir de 1939 cambió el nombre por Don Fulgencio.
El personaje, bonachón, inocente, de costumbres aniñadas, se niega absolutamente a crecer y representa al niño que todos los adultos llevan en su interior. Se hizo rápidamente popular, inundando las paredes de la ciudad a través de afiches publicitarios, lo que no fue de agrado del diario La Prensa, por lo que la tira pasó al diario La Razón.
Posteriormente a partir de 1978 se publicó en la revista Anteojito. Tanta repercusión tuvo el personaje que fue llevado al teatro, luego a la radio y finalmente tuvo su revista donde se iniciaron importantes humoristas gráficos como Garaycochea, Quino, Faruk y Landrú.
Por la historieta de Don Fulgencio fueron desfilando poco a poco otros personajes secundarios como sus sobrinos Tripudio, Sócrates y Liberata; su secretario Pitín; su fiel valet Toribio; el perro López, el loro Zaratrustra y Radrágaz, Fernéndez, Rodolfo y Ursulu, que tenían la particularidad de hablar sólo con la letra A, E, O y U respectivamente.
Con respecto a Radragaz contaba Palacio que se había hecho tan popular que un 25 de Mayo todo un colegio cantó el Himno Nacional con la letra A, lo que llevó a que fuera castigado todo el alumnado. En 1950 el personaje llegó al cine, encarnando a Don Fulgencio el actor Enrique Serrano.
En un reportaje a la Revista 7 Días, Lino Palacio dice sobre su creación: “Me inspiré en un hombre que vendía Biblias y llamaba la atención por su solemnidad. Un día, el hombre iba por una calle cuando vio una caja de fósforos tirada en el piso, miró para todos lados y le dio un puntapié. Entonces, entusiasmado, siempre mirando para todos lados y sin advertir que yo lo observaba, la siguió pateando a lo largo de la cuadra. Yo pensé: ¡Pobre, ése nunca tuvo infancia!".
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